sábado, 17 de agosto de 2013

Gigantes: esa otra humanidad



Insertos en mundo de leyenda y mitos de la antigüedad, los gigantes han pasado a ser en nuestros días los malévolos personajes de cuentos infantiles o, incluso, una especie de ogros despiadados. Pero lo cierto es que su presencia en los relatos de las más diversas culturas no responde a una fantasía, sino que a la descripción de seres reales, que junto al hombre, habrían cohabitado la Tierra en tiempos remotos.
En textos religiosos, tanto apócrifos, como bíblicos, podemos encontrar referencia a estos seres gigantes. Es así que, las primeras noticias que tenemos de su existencia aparecen en el Libro Primero de Moisés, Génesis cap. 6, ver. 1 al 8, aquí podemos leer:
"Cuando comenzaron a multiplicarse los hombres sobre la tierra y tuvieron hijas, viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres a las que quisieron. Existían entonces los gigantes en la tierra, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y les engendraron hijos. Estos son los héroes famosos muy de antiguo".
Si tomamos este texto en forma literal, es posible asumir que en tiempos previos al diluvio, ya existían sobre la tierra los gigantes, divididos en dos grupos, uno de los cuales, tenía su origen en la presunta unión de seres celestiales con las mujeres humanas, también nos daremos cuenta, que cohabitando con los gigantes estaban los hombres, por tanto los gigantes eran una especie o raza diferente y no simplemente hombres de gran tamaño. Algunos autores, tras esta referencia bíblica, sitúan la existencia de los gigantes en el Pleistoceno, unos 40.000 años AC y creen que en realidad estos gigantes serían lo que genéricamente se denomina, hombre de Neanderthal, una especie de homínidos que hizo su aparición en la tierra 180.000 años AC y que se cree se habría extinguido 30.000 años AC.
Éste y el hombre de Cromagnon (antepasado directo del hombre actual, cuya aparición se remonta a unos 40.000 años antes de Cristo), habrían convivido en la tierra por lo menos durante unos 10.000 años y para el pequeño hombre de Cromagnon, el Neanderthal habría sido un verdadero gigante. Pero, como veremos más adelante, esta es sólo una hipótesis que se diluye bajo la contundencia de los antecedentes.
En otro texto de las Sagradas escrituras, Números cap.13, ver. 31,32 y 33, aparecen nuevas referencias a estos seres gigantes. Esta vez, mucho más detalladas:
"Mas los varones que subieron con él (Moisés), dijeron: No podemos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos".
También en Deuteronomio cap.1, ver. 28 se dice:
"¿A dónde vamos a subir? Nuestros hermanos nos han acobardado al decirnos: Es una gente más numerosa y de mayor estatura que nosotros; son grandes sus ciudades, y las murallas de éstas se alzan hasta el cielo, y hasta hemos visto allí hijos de Anac".
L a verdad, es que las referencias bíblicas de estos gigantes, no terminan aquí. En realidad, hay decenas de ellas en los textos sagrados, pero tales referencias no son la única prueba de su existencia, ni la mejor, ya que en tiempos posteriores los gigantes son descritos por otras muchas culturas. Más importante aún; algunos de sus restos han sido encontrados por la arqueología moderna.
Textos Griegos: Más pistas de los gigantes
En diversos textos de la llamada mitología griega también se habla de los gigantes. Esta vez, dispersos en islas o territorios africanos. Ciertamente que la mitología griega es tomada generalmente como un conjunto de mitos o leyendas fantasiosas, pero hay mucho de verdad en estos textos antiguos. Uno de los mejores ejemplos de ello, lo representa el arqueólogo alemán Schliemann, quien por el simple procedimiento de seguir las indicaciones dadas por Homero en su conocida obra la "Ilíada" logró descubrir las ruinas de la fabulosa ciudad de Troya. Esto, además de demostrar la existencia de la legendaria ciudad, dejó en evidencia que los poetas griegos no mienten y que además son muy cuidadosos y detallados en sus descripciones.
Una de las leyendas griegas más interesantes, es la de Gerión, un gigante que vivía en una isla situada al noreste de Africa, cerca del estrecho de Gibraltar. En su isla, llamada Eritia, Gerión se dedicaba a pastorear rebaños de vacunos rojos, muy preciados por los griegos, quienes enviaron a Hércules (en realidad Hércules más que una persona parece ser un cargo, algo así como General), a arrebatárselos. De acuerdo a la leyenda, tras una serie peripecias, Hercules y sus hombres tomaron por sorpresa a Gerión y los suyos, siendo atacados de noche, mientras dormían. La expedición fue letal para los gigantes, no sólo perecieron Gerión y sus parientes, sino otros gigantes que también habitaban la isla. Tras esta aventura, los griegos enfrentarían a otros muchos gigantes, transformándose en verdaderos expertos en darles muerte.
Gigantes en América
Ya en tiempos más cercanos y cuando al parecer los gigantes se habían esfumado en el pasado, nuevos relatos y encuentros con estos seres, protagonizados por aventureros españoles en el continente americano, darían debida cuenta de la realidad de su existencia.
Los aztecas cuentan que, en tiempos de la conquista llevada a cabo por Hernán Cortés, sus antepasdados compartieron la tierra con "hombres y mujeres de cuerpos y huesos grandes" hasta que la pacífica convivencia terminó en enfrentamientos que paulatinamente mermarían ese pueblo de gigantes y posteriormente se extinguirían. Los nativos más ancianos contaban cómo sus ancestros lucharon con una raza de hombres muy altos y que una vez que sus tierras fueron conquistadas, encontraron allí más restos, en forma de huesos, de verdaderos hombres gigantescos. Fray Diego Durán va más lejos afirmando ser testigo del hallazgo accidental de "huesos de hombres inmensos" en excavaciones.
A la llegada del investigador Nuño de Guzmán a lo que hoy es la ciudad de Jalilsco, México, le sorprendió ver una cantidad importante de poblaciones abandonadas. La explicación que recibió del motivo por el cual muchas construcciones tuviesen el aspecto de estar abandonadas, fue que "una exitinta raza de gigantes venida del Sur" fue la responsable de tales edificaciones. En México, a estos hombres se les conocía por el nombre de Quinametzi o Quinames, "grandes hombres deformes" o "gigantes monstruosos".
Antonio Pigafetta, cronista del viaje de Magallanes alrededor del mundo, narra el encuentro de la tripulación con unos indígenas que destacaban por su estatura en las proximidades de la Bahía de San Julián, en 1520. Estos indígenas, destacaban precisamente por alcanzar casi los dos metros de altura y las huellas que dejaban en el suelo llamaban la atención por llevar envueltos los pies en pieles haciendo que éstas apareciesen aún más grandes.
"... Cierto día, cuando por fin se hicieron sentir los primeros y tímidos indicios de la primavera austral, vimos llegar a un indígena, el primero que teníamos ocasión de contemplar. Era gigantesco, y sus pies nos parecieron tan desmesurados que uno de nuestros hombres lo apodó Patagón. Conseguimos apaciguarlo poco a poco y su desconfianza desapareció hasta tal punto que nos presentó al resto de los miembros de su tribu, que eran tan grandes como él e igual de voraces...".
Antonio Pigafetta, dejó constancia de estos hechos en su libro Notizie del mondo nuovo con le figure de paesi scoperti descritte da Antonio Pigafetta vicentino, cavaglieri di Rodi, escrito hacia 1525.
Otro testimonio, proviene de la navegación que hizo Pedro Sarmiento de Gamboa, Caballero de Galicia, en las costas del cono sur americano. Sarmiento de Gamboa da a conocer un encuentro con estos personajes en algún punto del Estrecho de Magallanes:
"...en una ensenada cubierta de yerba blanca; surgieron en la punta, sobre la cual pareció una compañía de gigantes, que les dieron voces, levantando las manos desarmadas. Imitaron los nuestros sus mismas acciones, que de ambas partes significaban paz. Llegados al batel, guardado de diez arcabuceros, saltó luego el Alférez en tierra con otros cuatro; los gigantes le señalaron que dejase la jineta, y mostrole los rescates y dávidas que les quería presentar... pareciéndoles a los nuestros que aquel recelo presuponía escarmiento, suponiendo que lo debió causar el daño que habían recibido del corsario inglés, para saberlo enteramente, embistieron diez de los nuestros con uno de los gigantes, y le prendieron, más con dificultad le conservaron; los demás, arremetiendo por sus armas, fueron sobre los Españoles tan presto, que apenas les dieron tiempo para volverse al batel...El Indio preso era entre los gigantes gigante, y dice la relación que les pareció Cíclope; consta por otras, que tiene cada uno de éstos más de tres varas de alto, y en esta proporción son altos y robustos. Puesto en la nave quedó tristísimo, y aunque le ofrecieron regalos, aquel día no aceptó ninguno."
L a altura que dicen los relatos que podían alcanzar estos gigantes rondaría los 2 metros y medio pero esta estatura no les impedía disfrutar de una agilidad asombrosa como lo demuestran también estas narraciones.
Muchos de estos testimonios han sido tomados como meras invenciones o en el mejor de los casos fruto de una simple ingenuidad por parte de los narradores. El caso de Antonio Pigafetta ha sido un clásico durante casi 500 años, nadie se planteaba seriamente la existencia de los gigantes patagones de los que habla en su libro. Hasta que en el otoño de 1962, en las proximidades de los picos conocidos como las Torres del Paine, en la estancia Cerro Guido, durante los trabajos agrícolas realizados en la zona por un indígena de nombre Hueichatureo Chicuy (de origen Huilliche), surgen de la tierra unos extraños restos que resultaron ser humanos y pertenecientes a un túmulo funerario familiar, cuya antigüedad fue datada en unos 500 años. Los restos de hombres de entre los 2,80 y los 3,20 metros han venido a poner fin a todas las dudas y recelos que este narrador contemporáneo de la conquista había suscitado, hoy no hay duda alguna; los gigantes patagones existieron.
Restos de un gigante
Pero aún hay más pruebas. Según estudios científicos, el gigante más antiguo conocido murió hace unos trescientos mil años en lo que hoy conocemos como China, en una región del sur este de ese país. Sus restos fueron encontrados por el paleontólogo Dr. Pei Wen Chung en satisfactorio estado de conservación y daban cuenta de un hombre de 3,40 metros de altura. Este descubrimiento pronto se vio superado por el hallazgo de un grupo de militares franceses, en la región de Agadir, al norte de África. En ese remoto lugar fue encontrado un taller de la Edad de la Piedra Tallada, donde se apreciaban utensilios y herramientas veinte veces mayores a las normales, halladas en otras excavaciones, a juzgar por su desmesurado tamaño. Los científicos creen que debieron ser utilizadas por gigantes de unos 4,20 o 4,40 metros de altura. Pero la guinda de la torta la puso un descubrimiento colosal en Gargayán, Filipinas. Se trata de los restos de un gigante prehistórico, cuyo esqueleto mide en unos 5,18 metros, el que en vida debió haber medido unos 5,40 metros.
Por cierto los descubrimientos mencionados no son los únicos, otros igualmente sorprendentes se han dado en diversos puntos del planeta y todos en su conjunto hablan de la indiscutible realidad de la existencia de los gigantes, sean estos Neanderthal, hijos de ángeles caídos o restos de una civilización desaparecida, lo cierto en que un día pisaron la superficie del planeta y que aún hoy su recuerdo persiste en la memoria colectiva de la humanidad.
Reproducido de: Terra Chile, canal Ufología

 Roderick Bowen.

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