Insertos
en mundo de leyenda y mitos de la antigüedad, los gigantes han pasado a
ser en nuestros días los malévolos personajes de cuentos infantiles o,
incluso, una especie de ogros despiadados. Pero lo cierto es que su
presencia en los relatos de las más diversas culturas no responde a una
fantasía, sino que a la descripción de seres reales, que junto al
hombre, habrían cohabitado la Tierra en tiempos remotos.
En textos religiosos, tanto apócrifos, como
bíblicos, podemos encontrar referencia a estos seres gigantes. Es así
que, las primeras noticias que tenemos de su existencia aparecen en el
Libro Primero de Moisés, Génesis cap. 6, ver. 1 al 8, aquí podemos leer:
"Cuando comenzaron a multiplicarse los hombres sobre
la tierra y tuvieron hijas, viendo los hijos de Dios que las hijas de
los hombres eran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres a las que
quisieron. Existían entonces los gigantes en la tierra, y también
después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y
les engendraron hijos. Estos son los héroes famosos muy de antiguo".
Si tomamos este texto en forma literal, es posible
asumir que en tiempos previos al diluvio, ya existían sobre la tierra
los gigantes, divididos en dos grupos, uno de los cuales, tenía su
origen en la presunta unión de seres celestiales con las mujeres
humanas, también nos daremos cuenta, que cohabitando con los gigantes
estaban los hombres, por tanto los gigantes eran una especie o raza
diferente y no simplemente hombres de gran tamaño. Algunos autores, tras
esta referencia bíblica, sitúan la existencia de los gigantes en el
Pleistoceno, unos 40.000 años AC y creen que en realidad estos gigantes
serían lo que genéricamente se denomina, hombre de Neanderthal, una
especie de homínidos que hizo su aparición en la tierra 180.000 años AC y
que se cree se habría extinguido 30.000 años AC.
Éste y el hombre de Cromagnon (antepasado directo del
hombre actual, cuya aparición se remonta a unos 40.000 años antes de
Cristo), habrían convivido en la tierra por lo menos durante unos 10.000
años y para el pequeño hombre de Cromagnon, el Neanderthal habría sido
un verdadero gigante. Pero, como veremos más adelante, esta es sólo una
hipótesis que se diluye bajo la contundencia de los antecedentes.
En otro texto de las Sagradas escrituras, Números
cap.13, ver. 31,32 y 33, aparecen nuevas referencias a estos seres
gigantes. Esta vez, mucho más detalladas:
"Mas los varones que subieron con él (Moisés),
dijeron: No podemos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que
nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que
habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para
reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que
vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos
allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a
nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos".
También en Deuteronomio cap.1, ver. 28 se dice:
"¿A dónde vamos a subir? Nuestros hermanos nos han
acobardado al decirnos: Es una gente más numerosa y de mayor estatura
que nosotros; son grandes sus ciudades, y las murallas de éstas se alzan
hasta el cielo, y hasta hemos visto allí hijos de Anac".
L a verdad, es que las referencias bíblicas de estos
gigantes, no terminan aquí. En realidad, hay decenas de ellas en los
textos sagrados, pero tales referencias no son la única prueba de su
existencia, ni la mejor, ya que en tiempos posteriores los gigantes son
descritos por otras muchas culturas. Más importante aún; algunos de sus
restos han sido encontrados por la arqueología moderna.
Textos Griegos: Más pistas de los gigantes
En diversos textos de la llamada mitología griega
también se habla de los gigantes. Esta vez, dispersos en islas o
territorios africanos. Ciertamente que la mitología griega es tomada
generalmente como un conjunto de mitos o leyendas fantasiosas, pero hay
mucho de verdad en estos textos antiguos. Uno de los mejores ejemplos de
ello, lo representa el arqueólogo alemán Schliemann, quien por el
simple procedimiento de seguir las indicaciones dadas por Homero en su
conocida obra la "Ilíada" logró descubrir las ruinas de la fabulosa
ciudad de Troya. Esto, además de demostrar la existencia de la
legendaria ciudad, dejó en evidencia que los poetas griegos no mienten y
que además son muy cuidadosos y detallados en sus descripciones.
Una de las leyendas griegas más interesantes, es la
de Gerión, un gigante que vivía en una isla situada al noreste de
Africa, cerca del estrecho de Gibraltar. En su isla, llamada Eritia,
Gerión se dedicaba a pastorear rebaños de vacunos rojos, muy preciados
por los griegos, quienes enviaron a Hércules (en realidad Hércules más
que una persona parece ser un cargo, algo así como General), a
arrebatárselos. De acuerdo a la leyenda, tras una serie peripecias,
Hercules y sus hombres tomaron por sorpresa a Gerión y los suyos, siendo
atacados de noche, mientras dormían. La expedición fue letal para los
gigantes, no sólo perecieron Gerión y sus parientes, sino otros gigantes
que también habitaban la isla. Tras esta aventura, los griegos
enfrentarían a otros muchos gigantes, transformándose en verdaderos
expertos en darles muerte.
Gigantes en América
Ya en tiempos más cercanos y cuando al parecer los
gigantes se habían esfumado en el pasado, nuevos relatos y encuentros
con estos seres, protagonizados por aventureros españoles en el
continente americano, darían debida cuenta de la realidad de su
existencia.
Los aztecas cuentan que, en tiempos de la conquista
llevada a cabo por Hernán Cortés, sus antepasdados compartieron la
tierra con "hombres y mujeres de cuerpos y huesos grandes" hasta que la
pacífica convivencia terminó en enfrentamientos que paulatinamente
mermarían ese pueblo de gigantes y posteriormente se extinguirían. Los
nativos más ancianos contaban cómo sus ancestros lucharon con una raza
de hombres muy altos y que una vez que sus tierras fueron conquistadas,
encontraron allí más restos, en forma de huesos, de verdaderos hombres
gigantescos. Fray Diego Durán va más lejos afirmando ser testigo del
hallazgo accidental de "huesos de hombres inmensos" en excavaciones.
A la llegada del investigador Nuño de Guzmán a lo que
hoy es la ciudad de Jalilsco, México, le sorprendió ver una cantidad
importante de poblaciones abandonadas. La explicación que recibió del
motivo por el cual muchas construcciones tuviesen el aspecto de estar
abandonadas, fue que "una exitinta raza de gigantes venida del Sur" fue
la responsable de tales edificaciones. En México, a estos hombres se les
conocía por el nombre de Quinametzi o Quinames, "grandes hombres
deformes" o "gigantes monstruosos".
Antonio Pigafetta, cronista del viaje de Magallanes
alrededor del mundo, narra el encuentro de la tripulación con unos
indígenas que destacaban por su estatura en las proximidades de la Bahía
de San Julián, en 1520. Estos indígenas, destacaban precisamente por
alcanzar casi los dos metros de altura y las huellas que dejaban en el
suelo llamaban la atención por llevar envueltos los pies en pieles
haciendo que éstas apareciesen aún más grandes.
"... Cierto día, cuando por fin se hicieron sentir
los primeros y tímidos indicios de la primavera austral, vimos llegar a
un indígena, el primero que teníamos ocasión de contemplar. Era
gigantesco, y sus pies nos parecieron tan desmesurados que uno de
nuestros hombres lo apodó Patagón. Conseguimos apaciguarlo poco a poco y
su desconfianza desapareció hasta tal punto que nos presentó al resto
de los miembros de su tribu, que eran tan grandes como él e igual de
voraces...".
Antonio Pigafetta, dejó constancia de estos hechos en
su libro Notizie del mondo nuovo con le figure de paesi scoperti
descritte da Antonio Pigafetta vicentino, cavaglieri di Rodi, escrito
hacia 1525.
Otro testimonio, proviene de la navegación que hizo
Pedro Sarmiento de Gamboa, Caballero de Galicia, en las costas del cono
sur americano. Sarmiento de Gamboa da a conocer un encuentro con estos
personajes en algún punto del Estrecho de Magallanes:
"...en una ensenada cubierta de yerba blanca;
surgieron en la punta, sobre la cual pareció una compañía de gigantes,
que les dieron voces, levantando las manos desarmadas. Imitaron los
nuestros sus mismas acciones, que de ambas partes significaban paz.
Llegados al batel, guardado de diez arcabuceros, saltó luego el Alférez
en tierra con otros cuatro; los gigantes le señalaron que dejase la
jineta, y mostrole los rescates y dávidas que les quería presentar...
pareciéndoles a los nuestros que aquel recelo presuponía escarmiento,
suponiendo que lo debió causar el daño que habían recibido del corsario
inglés, para saberlo enteramente, embistieron diez de los nuestros con
uno de los gigantes, y le prendieron, más con dificultad le conservaron;
los demás, arremetiendo por sus armas, fueron sobre los Españoles tan
presto, que apenas les dieron tiempo para volverse al batel...El Indio
preso era entre los gigantes gigante, y dice la relación que les pareció
Cíclope; consta por otras, que tiene cada uno de éstos más de tres
varas de alto, y en esta proporción son altos y robustos. Puesto en la
nave quedó tristísimo, y aunque le ofrecieron regalos, aquel día no
aceptó ninguno."
L a altura que dicen los relatos que podían alcanzar
estos gigantes rondaría los 2 metros y medio pero esta estatura no les
impedía disfrutar de una agilidad asombrosa como lo demuestran también
estas narraciones.
Muchos de estos testimonios han sido tomados como
meras invenciones o en el mejor de los casos fruto de una simple
ingenuidad por parte de los narradores. El caso de Antonio Pigafetta ha
sido un clásico durante casi 500 años, nadie se planteaba seriamente la
existencia de los gigantes patagones de los que habla en su libro. Hasta
que en el otoño de 1962, en las proximidades de los picos conocidos
como las Torres del Paine, en la estancia Cerro Guido, durante los
trabajos agrícolas realizados en la zona por un indígena de nombre
Hueichatureo Chicuy (de origen Huilliche), surgen de la tierra unos
extraños restos que resultaron ser humanos y pertenecientes a un túmulo
funerario familiar, cuya antigüedad fue datada en unos 500 años. Los
restos de hombres de entre los 2,80 y los 3,20 metros han venido a poner
fin a todas las dudas y recelos que este narrador contemporáneo de la
conquista había suscitado, hoy no hay duda alguna; los gigantes
patagones existieron.
Restos de un gigante
Pero aún hay más pruebas. Según estudios científicos,
el gigante más antiguo conocido murió hace unos trescientos mil años en
lo que hoy conocemos como China, en una región del sur este de ese
país. Sus restos fueron encontrados por el paleontólogo Dr. Pei Wen
Chung en satisfactorio estado de conservación y daban cuenta de un
hombre de 3,40 metros de altura. Este descubrimiento pronto se vio
superado por el hallazgo de un grupo de militares franceses, en la
región de Agadir, al norte de África. En ese remoto lugar fue encontrado
un taller de la Edad de la Piedra Tallada, donde se apreciaban
utensilios y herramientas veinte veces mayores a las normales, halladas
en otras excavaciones, a juzgar por su desmesurado tamaño. Los
científicos creen que debieron ser utilizadas por gigantes de unos 4,20 o
4,40 metros de altura. Pero la guinda de la torta la puso un
descubrimiento colosal en Gargayán, Filipinas. Se trata de los restos de
un gigante prehistórico, cuyo esqueleto mide en unos 5,18 metros, el
que en vida debió haber medido unos 5,40 metros.
Por cierto los descubrimientos mencionados no son los
únicos, otros igualmente sorprendentes se han dado en diversos puntos
del planeta y todos en su conjunto hablan de la indiscutible realidad de
la existencia de los gigantes, sean estos Neanderthal, hijos de ángeles
caídos o restos de una civilización desaparecida, lo cierto en que un
día pisaron la superficie del planeta y que aún hoy su recuerdo persiste
en la memoria colectiva de la humanidad.
Reproducido de: Terra Chile, canal UfologíaRoderick Bowen.
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